Este año 2024 dedicado a la ORACIÓN, compartimos en el mes más Teresiano del año algunas pistas que puedan ayudarnos a encender el amor como motor y centro de nuestra relación de amistad con quien sabemos nos ama.
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1. La oración, una centellica
Santa Teresa de Jesús: Es pues esta oración –la quietud y el recogimiento del alma- una centellica que comienza el Señor a encender en el alma del verdadero amor suyo, y quiere que el alma vaya entendiendo qué cosa es este amor con regalo. …esta centellica encendida por Dios, aunque es tan pequeñita hace mucho ruido, y si no la mata por su culpa, comienza a encender el gran fuego llameante del grandísimo amor de Dios (V. 15,4) | Enrique de Ossó se identifica con Teresa de Jesús, sin duda, porque tiene la misma experiencia. La oración Teresiana que Enrique nos invita a vivir es esencialmente experiencia del Amor personal y concreto de Dios con nosotros. Ese amor, ambos lo viven como un fuego que el mismo Señor va encendiendo en nosotros. Desde una centellita que, por pequeña y tal vez desapercibida que sea, es capaz de desatar un fuego que se extiende a todas las dimensiones de nuestra vida y que nada puede apagar. | Enrique de Ossó: Si empiezas a orar y en seguida hallas lo que deseas, esto es, que tu alma se recoge y se despierta a amar, no quieras ir más allá. Dime, ¿sacudirías más el pedernal con el eslabón, si al primer golpe sacaras chispas y encendías el fuego? Con esto harás buen fundamento para si quiere el Señor levantarte a grandes cosas, porque hallará en tu alma aparejo, hallándola cerca de Sí. Porque, como está tan cerca del fuego, con una centellica que le toque se abrasará toda el alma, que como no hay obstáculo de lo exterior, estase sola con su Dios, y hay gran aparejo para encenderse el fuego del amor divino. (Enrique de Ossó. CuartoHoraOración,1895) |
Ante esta expresión simbólica del amor que a través de la oración va desatándose en nuestra vida podemos seguir las siguientes pistas:
1.1 “la Centellica” sólo puede encendernos si estamos al lado del fuego, es la cercanía la que nos abraza, nos enciende…
1.2 Para Teresa y Enrique, la oración, el amor, fue un fuego que no se apaga. El agua lo aviva, así como las dificultades de la vida.
1.3 Considerar a Dios como ese fuego infinito, fuerte, implacable, que nos enciende y nos toca incendiar la tierra… apoyando la misión de Jesús: he venido a traer fuego y cuánto deseo que arda… (Lc. 12,49)
CANTOS: Abraza su brasa (Teresianas México enlace ) / Fuego (Cristobal Fones sj https://www.youtube.com/watch?v=U6LDyFw6w10 )
2. “Quien busque maestro de oración, tome a San José…”
Quien no encuentre maestro que le enseñe oración, que tome a San José por maestro y no errará el camino. (V. 6,8) | Si Teresa tuvo siempre una devoción tan grande a San José, para Enrique de Ossó no fue menos. Son varios los escritos dedicados a extender su devoción, en los que refleja su propia experiencia de tener a San José como maestro y guía en su seguimiento de Jesús. Fundó la Hermandad Josefina. Escribió varias novenas en honor de san José, “Los Siete Domingos a San José” y el “Devoto Josefino” ¿Qué ve Enrique de Ossó en las actitudes de San José para considerarlo maestro de oración? Silencio, vida en la oscuridad, voluntad de amar, cercanía a Dios, confianza absoluta en Él. La oscuridad transformada por el rayo en luz y en vida es para Enrique la imagen de la humildad y el deseo de ser para los otros que es elevado por Dios, y convertido en conocimiento, en sabiduría espiritual, en llama que arde para hacer olvidar todos los cuidados, quitar las congojas y apartar las aflicciones. El rayo de un amor silencioso que ilumina la vida de quien ya no vive para sí. | Si la oración es el fundamento de todos los bienes interiores; si la oración es luz del espíritu, alegría del corazón; ¿cuál no debía ser la oración de san José, que a solas y en compañía de María gozaba de la presencia del Rey de la gloria, y era este su Hijo, sumiso, obediente a su voz por espacio de treinta años? No hay para mí cosa más encantadora que una bella imagen de san José con el Niño Jesús que descansa dormido en sus brazos, y no hay cosa más a propósito para declararnos la cumbre de la oración, la alteza de la contemplación del Santo. Allí se ven los seis fines o excelencias espirituales a que llegan las almas, según los santos padres. Sueño que derrite, silencio interior, oscuridad que transforma, pureza levantada, descanso en el Amado, firme allegamiento o apegamiento con Dios. Dormía san José, pero estaba más despierto y atento y velaba su corazón abrazado con su Amado, deshecho y convertido en Dios; su oscuridad se transformaba en altísimo conocimiento de Dios y, embestido por la fuerza de algún rayo del infinito sol de justicia, encerrado primero en el seno de María, su esposa, y después en sus manos descansando sobre su pecho, se arrojaba san José al ímpetu de su voluntad en el amor de aquel soberano bien, y se transformaba en el Amado; su silencio interior dábale paz y sosiego de la conciencia, y quietud de todas sus potencias, nacida de las palabras secretas que, cual dardos de fuego escondido, Dios lanzaba dentro del corazón del Santo. Con su corazón limpio, José no tenía impedimento para la unión, y por secretas y escondidas maneras Dios le levantaba para sí, y le imprimía perfectísimamente su semejanza; y después de así levantando el corazón por la oración, no se abajaba a cosa criada y tornábase todo fuego, junto con el fuego infinito que es Dios. Descansaba san José en el Amado, arrojándose con seguridad en los brazos de Cristo Jesús, movido de compasión y amor inenarrables. Sucedía tal vez que el Santo volvía a su casa fatigado de sus trabajos y tomaba al Niño Jesús en sus brazos, para que la Madre más libremente pudiera darse a los ministerios caseros; y descansando el Niño en los brazos de san José; san José descansaba en los brazos de Dios, y se le olvidaban todos los cuidados, quitaban las congojas y apartaban las aflicciones, porque arrojaba sus pensamientos en Dios, que le amaba y cuidaba como a niño, en paga de que él criaba como niño a Dios. (Enrique de Ossó. TriduoNovenaPrimerViernesCorazónJ1895) |
Enrique toma a San José por maestro en su camino de oración, y nos lleva por ese modo Teresiano de orar, nos anima a hacernos presentes en los momentos vitales de la experiencia del santo y su relación con Jesús.
Desde esta misma forma de orar que tanto Teresa como Enrique nos ofrecen, “Estábame allí lo más que me dejaban mis pensamientos con Él” podemos dedicar varios espacios para:
2.1 Hacernos presentes en Nazareth, contemplando a San José en su relación con Jesús, dejándolos que enciendan en nosotros una forma más íntima y amorosa de orar, en silencio y cotidianidad.
2.2 Entrar en un campo de refugiados de Gaza, mirar a esas familias que como la de José tuvieron que huir del acecho de la muerte; que con lo mínimo sobreviven alejándose del peligro, sin descanso, en condiciones durísimas.
2.3 Darnos el tiempo de sentarnos a los pies de José, escuchándolo explicarle a Jesús cómo se trabaja la madera, transmitiéndole las técnicas que él aprendió a través de los años para transformar con sus manos troncos en objetos cotidianos.
2.4 Mirar con ojos de niño junto a Jesús, a José, encendiendo el fuego del hogar, desde las brasas del día anterior, soplando y acercando nuevos leños elegidos para desatar llamas cálidas y luminosas. Encendiendo juntos la lámpara de aceite que alumbra la casa, y buscando el mejor lugar para que irradie la luz que necesitan… («nadie enciende una lámpara y la pone debajo del celemín, sino sobre el candelero» Mt. 5:15-16)
CANTO: Purifícame (Teresianas México), Silencio de Amor (https://www.youtube.com/watch?v=8F8ommelD30)
3. “el dardo encendido del serafín…”
“Veíale en las manos un dardo de oro largo, y al fin del hierro me parecía tener un poco de fuego. Este me parecía meter por el corazón algunas veces y que me llegaba a las entrañas. Al sacarle, me parecía las llevaba consigo, y me dejaba toda abrasada en amor grande de Dios” (Vida, 29, 13) | Enrique de Ossó, vive ese amor poderoso de Dios que traspasa también su corazón. Enrique interpreta la experiencia de la transverberación de Santa Teresa como un diálogo de fuego y amor. Es Teresa quién da su fuego a Dios, y este el que se lo devuelve, en forma de presencia y compañía, y fuerza para amar. Al tocar el corazón de cada persona, Jesús lo habilita para su misión fundamental, el amor, la compasión, la unión con la voluntad de Dios. | Crecía en su hermosa alma un fuego y continuo deseo de Dios, con el cual arrojaba muchas saetas de amor a su esposo, y éranle por el mismo Señor devueltas más y más inflamadas del sacro amor. Por este camino llevó el Señor a su sierva, siendo esta una manera excelente de aprovechar, pues como dice la misma santa: quien trabajare en traer consigo la preciosa compañía de Jesucristo, será cierto su aprovechamiento así en la oración como en las virtudes. VivaJesus1891.txt Punto primero. No puedes vivir sin amar, hija o hijo mío. Así como es natural al fuego el calentar, así al corazón el amar. Además es tu corazón de condición tan noble, que no puede amar sino lo bueno y hermoso… No tienes cosa más preciosa que el amor… Ama, pues, hija o hijo mío. Yo quiero mostrarte un objeto digno de todo tu amor, y este es Jesús, Hijo de Dios e hijo de María. Como Hijo de Dios tiene todas las perfecciones infinitas. Es infinitamente bueno…, hermoso…, justo…, compasivo; en una palabra, hay en Él todos los tesoros de la sabiduría y riqueza del Padre. ¿No le amarás, pues, con todo tu amor?… El Padre eterno tiene todas sus complacencias en su Hijo Jesús; ¿será más exigente tu corazón?, ¿no se contentará con lo que se contenta Dios? Ama, pues, a Jesús con todo tu corazón. (Enrique de Ossó. MesEscuelaCorazónJesús,1895) |
Fuego del amor divino… amor que se contagia, nos lanza Dios al corazón dardos como a Teresa.
3.1 Un espacio orante de esta semana podría ser reconocer la “saeta ardiendo” que duele, que traspasa y deja un ímpetu de entrega y de osadía.
3.2 ¿Dónde pongo mi amor? Me doy un tiempo para reconocer y agradecer aquello que más amo. Esa saeta de fuego, esa llama viva que habita en mi más profundo centro.
3.3 ¿Qué activa en mí el amor, la experiencia de oración? ¿La compasión, la fuerza, la creatividad? ¿El egoismo, el miedo, la intransigencia? Por los dejos, por los signos que deja en nosotros, podemos reconocer el verdadero amor.
CANTO: ¡Oh llama de Amor viva! https://www.youtube.com/watch?v=ObxDXBMOv3k
4. “Cuántas maneras de fuego, unas consumen el alma otros la purifican”
“¡Oh Señor, qué de maneras de fuegos hay en esta vida!… Unos consumen el alma, otros la purifican para que viva siempre gozando de Vos…” (Excl.9,2) | Vaya que Enrique experimentó esa diversidad de fuegos en su vida: su celo por los intereses de Jesús, consumió sus horas de mil maneras; la purificación es también evidente en los episodios que enfrentó en medio de tanta contradicción, pleitos y malos entendidos. En sus escritos plasma ese fuego que lo consume, ese fuego que lo purifica, ese ardor cada vez más grande del amor a Jesús que va llenando su vida y lo lleva a la entrega total. | Pruébelo quien no lo creyere, y lo verá por consoladora experiencia. Porque ¿quién hay que pueda estar al lado del fuego y no sentir su ardor? ¿Quién hay que se vea envuelto en llamas abrasadoras, en una atmósfera de fuego, y no sienta abrasarse? Menester sería no tener fe, no saber quién es Jesucristo, no mirar su Corazón. Jesucristo, verdaderamente es un milagro que viviendo rodeados por todas partes de los incendios de vuestro Corazón adorable, no os amemos, o vivamos en la frialdad e indiferencia, sin sentir arder en nosotros al menos una centellica de vuestro celo. Acabad en mí vuestra obra, Señor. Acudid a ese vuestro siervo que habéis redimido con vuestra sangre, y viva y muera mi corazón abrasado, consumido de vuestro amor y celo, para que os atraiga miles de corazones a vuestro amor. Amén. Mi interior se abrasa en ardores tales, que el fuego más ardiente de la tierra comparado con el que me consume, es hielo. Este ardor produce en mi alma una especie de renovación de pureza y humildad. EjerciciosEspirituales1901.txt Si no quitas la causa, no quitarás el efecto; si no apagas el fuego, no quitarás el calor; si no secas la fuente, no cesará de correr el arroyo; si no matas la araña, siempre tendrás la araña. Si no arrancas la raíz mala, retoñará la hierba venenosa; si no quitas la raíz de la enfermedad, vanas serán todas las medicinas. La mosca muere en la miel: la mariposa en la llama. (Enrique de Ossó, TriduoNovenaPrimerViernesCorazónJ1895) ¡Oh fuego que siempre ardes y nunca te apagas, enciéndeme, purifícame, abrásame, consúmeme, y sea todo amor, todo dolor por mi Amado! (Enrique de Ossó. Tesoro de la Juventud,1894) Es tu corazón de condición tan noble, que no puede amar sino lo bueno y hermoso… ¡Mas ¡ay! que por falta de reflexión amas cosas que solo en la apariencia son buenas…! Y eso te perderá. No tienes cosa más preciosa que el amor… Ama, pues, hija o hijo mío, pero cuidado con lo que ames. Yo quiero mostrarte un objeto digno de todo tu amor, y este es Jesús, (Enrique de Ossó. VivaJesús,1891) |
4.1 Un espacio orante para esta semana podría ser, constatar algún momento vital personal o de alguien cercano, en que el fuego del amor de Jesús nos ha consumido transformándonos de alguna manera, porque el misterio del amor produce algo nuevo.
4.2 Quizás también, al estilo de la zarza que contempló Moisés en el desierto, que ardía sin consumirse (Ex. 3,2-4), podemos reconocer en nuestra experiencia de oración, de seguimiento de Jesús y de entrega a los hermanos, ese mismo fuego, ese amor de Dios que nos quema y al mismo tiempo nos vivifica.
4.3 Dedicar un espacio orante a ubicar en este momento que vives, qué clase de fuego de amor arde en el propio corazón: un fuego azul que apenas se percibe moviéndose sobre tu leño, un fuego chisporroteante que suelta centellicas que incendian a otros, un fuego luminoso y brillante, un fuego que cambia de color de manera dinámica y alegre, un fuego sereno que calienta, un fuego tímido que parece apagarse en cualquier momento…
CANTO: Oh Vida que la dais a todos… (Teresianas México)
5. “Estase ardiendo el mundo”
“Estase ardiendo el mundo, quieren tornar a sentenciar a Cristo —como dicen— pues le levantan mil testimonios, quieren poner su Iglesia por el suelo, ¿y hemos de gastar tiempo en cosas que por ventura, si Dios se las diese, tendríamos un alma menos en el cielo? No es, hermanas mías, no es tiempo de tratar con Dios negocios de poca importancia”. (C.1,5) | A Enrique le dolía el mundo y la Iglesia, con todas sus circunstancias propias del tiempo que le tocó vivir. Teresa definía esta situación de conflicto como “estase ardiendo el mundo”. En este contexto, Ossó se hace cargo de tantas realidades, que contempla cómo se tambalean y caen… y se compromete con lo que está en su mano, entrega todo su caudal de forma estratégica y dinámica en lo que ha de dar mejores resultados. El fuego ahora lo impulsa para dar y entregar todo, para comprometer su obra en el conocimiento y amor de Jesús; para encender la llama que tiene que abrasar ese mundo, ahora en llamas, en el amor de Jesús. | Las teresianas deben ser almas de fuego, a quienes consuma y abrase el celo de la salvación de las almas; tales que puedan decir como Jesús y su Teresa: “Fuego he venido a meter en la tierra, ¿y qué quiero yo sino que arda?” Esta es su misión. (Enrique de Ossó. ConstitucionesSTJ,1882) Que Jesús sea un tantico más conocido y amado, he ahí el fin de todos los trabajos y deseos de esta alma de fuego: aquí van sus lágrimas, sus luchas, sus peticiones. (Enrique de Ossó. NovenaSantaTeresa,1897) El mundo, hermanas mías en Jesucristo, va envejeciendo, y bajo el peso de sus pecados e ingratitudes se extingue la luz de la fe y ahógase la llama de la caridad. La decrépita Europa muere, helado su corazón del que podría creerse se retira el calor de la sangre de Cristo. Mas Dios nuestro Señor, que no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva; Dios, que ha hecho sanables las naciones, ha dejado en su seno gérmenes de vida y restauración. Algunas brasas del fuego divino ocultas bajo la capa de ceniza que han amontonado nuestras culpas esperan que un solo poderoso las avive, que una mano próvida acerque combustible para producir el fervor de mejores días. (Enrique de Ossó, RT 14, nov 1873) |
5.1 Hoy solemos decir que oramos por las personas que sufren la guerra, pedimos por la paz, pero las dimensiones de las guerras son inimaginables y no parece tener fin. Lo que pasa en Ucrania, Gaza, Sudán, Etiopía, Afganistán, Siria, el Congo, Colombia, Venezuela,… sobrepasa nuestra capacidad de empatía. Actualmente contamos 56 conflictos activos en el mundo y son aproximadamente 95 millones de personas refugiadas o desplazadas por estos conflictos. Arde el mundo en verdad. Dedicar un espacio orante a contactar desde el corazón con este fuego que consume ciudades enteras y por lo mismo la vida que conocían miles de personas supone unirnos a sus corazones…
5.2 Dejemos que el mismo Jesús acompañe nuestro andar de cada día, explicándonos, o más bien confortándonos, en el dolor que nos provocan los crucificados de nuestro mundo y que ahí por donde nos toca pasar, como los de Emaús (Lc.24,32) que arda nuestro corazón: ¡Juntos andamos Señor!
5.3 Ni Teresa, ni Enrique se distraen con asuntos de poca importancia, no gastan tiempo en cosas que incluso no llevan a nada… Detente un momento y mira, con Jesús a tu lado, tus prioridades, tus empeños, tu fuego interior gastado en qué cosas; que su Espíritu aliente en tu corazón un fuego renovado y fuerte que irradie su luz en esos rincones del mundo donde se gesta vida nueva.
CANTOS: Oh Dios fuego que consume (José Manuel Montesinos) / Emaús (Maite López https://www.youtube.com/watch?v=0KHAgrEoSnA )
Otros cantos:
Teresa Alma de Fuego (Maite López https://www.youtube.com/watch?v=wCpbYzcsqRQ&list=OLAK5uy_nFl2izJdlKMSD60QW-yXNKq3bMu0JnLEQ&index=12 )
El Cazador (https://www.youtube.com/watch?v=Qg7JpVGSZTQ )