Entornos Vitales de Enrique de Ossó

Investigación, Interpretación, Difusión, Experiencia de Enrique de Ossó

INTRODUCCIÓN

En esta ocasión, en nuestro deseo de continuar acercándonos a la vida de San Enrique de Ossó, hemos querido “escucharlo” desde su experiencia en esos lugares que fueron clave a lo largo de su vida y se convirtieron en espacios sagrados de encuentro, de oración, de purificación, de cuestionar su vida, de fortalecer sus sueños, de renovar fuerzas…

Su experiencia vital nos anima a vivir en fidelidad a la gracia que Dios nos da a cada uno y a cada una, estos días previos a su fiesta, desde el equipo de IDEO, te invitamos a hacer con Enrique, tu Cuarto de Hora de Oración, escuchándolo evocar sus vivencias y así convocándonos a hacer lo mismo, a reconocer la acción de Dios en nuestra vida, propiciando el reencuentro con aquellos momentos que nos han ido forjando y llevando paso a paso hasta hoy…

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1. Tortosa: ¿Jesús lo quiere? ¿Teresa lo quiere?

Tortosa, la pequeña ciudad río abajo donde transcurrió mi vida, es como el paisaje donde sucedieron las principales escenas de mi vida, el escenario constante de la narrativa de mis sueños. El lugar de la creatividad y del sufrimiento, el de los inicios y las grandes dificultades, el de la ilusión y la desesperanza. La ciudad asistió silenciosa y expectante al desarrollo de una nueva forma de vivir dentro de la Iglesia, el Teresianismo. En ella habitaban los personajes que poblaron mi trama existencial. Allí siguen, indemnes al paso del tiempo, numerosos lugares que son testigos de los principales desarrollos argumentales de la realización de mis sueños.

La calle Montcada, con el seminario, donde impartía mis clases de física. La iglesia de San Antonio, donde iniciaron proyectos fundamentales: el rebañito y la archicofradia (MTA). El barrio de Jesús, con el convento de las carmelitas, donde empezó la ilusión y también, mi particular camino de la cruz.

Migcamí, ermita elevada donde se fraguó, un día de primavera, mi idea más revolucionaria, teresianas y maestras, con el fin de regenerar el mundo por la educación de la mujer según el espíritu de Santa Teresa de Jesús. ¿Jesús lo quiere? ¿Teresa de Jesús lo quiere?

Parece que sí por el inmenso bien, radical, ingente, universal que se haría, formadas las Maestras según el espíritu de Santa Teresa… La cabeza buena, el corazón bueno, todo bien. Y no es tan difícil, por el favor de Dios.

Es el complemento de la Congregación (asociación) de Jóvenes Católicas (o Archicofradía). ¡Qué bien se darían la mano! ¡Cuántos milagros veríamos! ¡Cuán pronto regenerado el mundo! (Documento inspiración)

Dialoga con Jesús:

En mi vida cotidiana, ante qué situaciones me pregunto, qué quiere Dios, ¿Dios lo quiere?

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2. Vinebre: Quiero que seas sacerdote

Vull que siguis capellà.

Estas palabras de mi madre Miquela, expresaban el deseo de una madre hacia su hijo pequeño. Palabras que fueron deseo, oración y después certeza y proyecto de vida.

La pérdida de mi madre y la consiguiente experiencia de soledad, sembraron en mi joven corazón la semilla de un proyecto vital: ser todo de Jesús, su apóstol, su misionero de paz y amor.

Mi madre me quería mucho, y más que a todos, sin duda por ser el más pequeño de los tres hijos que tuvo. Estuve presente a su muerte santa, y lloré mucho, porque mucho lo sentí verme privado de ella. Más a esto que parece desgracia debo tal vez mi dicha y mi suerte, porque luego me vino deseo de ser sacerdote lo que me decía mi buena madre. (Apuntes de las misericordias del señor).

Mi sueño de juventud se consolidó, validó y afianzó durante mis años de vida como sacerdote. En todo este tiempo, el pueblo fue el ancla, el puente entre mi proyecto primero y mi vocación sacerdotal. Vinebre representó el inicio, el descanso, el arraigo, la fuerza renovada. Vinebre me conectaba con los niños,  con la experiencia de Jesús en la vida familiar, en la vida cotidiana, en el campo, en la cosecha.

Vinebre fue también lugar de conflicto y sostén en la pérdida. Vinebre fue el refugio seguro y permanente cuando el Solo Dios Basta llegó a hacerse presente en mi historia de vida; lugar escogido de retiro, aquel que queda cuando ya no queda nadie; espacio del silencio y del griterío de los jóvenes.

Vinebre, lugar del continuo retorno; Vinebre, lugar donde aquella paloma que alzó el vuelo desde la ventana aquel día en que la vida y la muerte se encontraron.

De pronto, ya no oía ningún ruido. Ni los gritos de su hermana, ni el ir y venir de las mujeres, ni el rezo. Todo estaba en silencio. Se acercó a la ventana. La calle era estrecha, pero se veía el cielo. Unas figuras de algodón jugueteaban, perdidas en el azul raso, profundo, radiante… En aquel mismo instante, supo que no estaba solo. Una nube pasó entonces por su vista, rápida, como si tuviera prisa de llegar a algún sitio, antes de desaparecer.”

Dialoga con Jesús:

¿Soy consciente del paso de Dios en mi vida, especialmente a través de mi familia y los vínculos más significativos de esa primera etapa: niñez, amigos, estudios, primeras decisiones?…

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3. Desierto de las Palmas:  El encuentro transformador

El pueblo de Benicàssim, forma parte de los recuerdos de mi niñez. Me trae escenas de verano junto al mar con mis tíos, los gritos, la luz, las olas y la alegría de la juventud. Pero también forma parte de estos mismos recuerdos aquel magnetismo del Desierto de las Palmas, el centro carmelitano montaña arriba, desde donde el pueblo y la costa eran solo una línea en el horizonte. Para mi, el desierto era sinónimo de silencio, descanso, toma de fuerza, naturaleza, mar, sol y luz. Pero, sobre todo, encuentro. Encuentro con Jesús; encuentro con Teresa de Jesús. Un encuentro cercano, amistoso, prolongado, transformador.

En el desierto de las Palmas, en la apartada Ermita de Santa Teresa, en lo alto de la montaña, frente al mar lejano, me gustaba pasar los días en completa soledad llena de encuentro, enteresianizando mi existencia.

En el atrio de arcos blancos de la ermita, en el largo y lento fluir de sus días de verano, se encontraban persistentemente dos formas de amor que iban fraguando una sola manera de vivir.

La saeta, el cuadro de la santa, que representaba la transverberación había traspasado de forma transversal no solo su corazón, sino sus ideas, su manera de actuar; se había incrustado en su alma de científico y había tomado las riendas de su existencia (El Poliedro).

En aquel silencio el Encuentro tomó plan y forma, traspasó los límites de la oración y la amistad, y se hizo forma de vivir, pasión por transformar.

Dialoga con Jesús:

¿Qué experiencias han marcado y configurado mi espiritualidad y mi compromiso con la vida?

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4. Montserrat: Vos me guiasteis por caminos difíciles

De niño, tras la pérdida de mi madre, me sentía incomprendido de todos. No quería vivir donde vivía, ni hacer lo que hacía. En medio de una tormenta del sentido de la vida, como adolescente, me escapé de la casa del Sr. Ortal en Reus y subí a Montserrat.

Subí a la montaña como un adolescente enfadado con el mundo. Bajé como un joven convencido del camino que quería seguir, con una decisión vital tomada: seré siempre de Jesús, y con una nueva vida por vivir.

A lo largo de mi vida, volví a subir a Montserrat cada vez que tenía que tomar una decisión importante, conectando con aquella primera experiencia del fin de mi niñez. Siempre ahí, en los momentos clave, cuando tenía que afrontar una encrucijada: mi primera misa, el centenario de la Santa, el envío de las hermanas a América…

Montserrat fue para mi, lugar de revisión, de cierre de etapas, de inicio de proyectos, de encuentro con la Madre que siempre, siempre, guió mis pasos.

Os busqué solo en mi mocedad. No os conocía, más oía hablar de Vos, percibí el olor de esta rosa celestial y dejé el mundo, casa y parientes, corriendo al olor de vuestras virtudes, postrándome a vuestros pies.

Nadie sabía darme razón de vos. Solo y por caminos difíciles, llegué a vuestros pies. A vuestros pies hallé la paz perdida, hallé mi vocación. Vos me guiasteis, sin que yo recuerde cómo. (Tres florecillas)

Dialoga con Jesús:

¿Cuál es para mi el lugar de encuentro y soledad, donde puedo tomar fuerza y guía para el camino? ¿Así como Enrique encontró a María como guía, quién es la mía?

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5. Tarragona: Regenerar el mundo por medio de la educación

Tarragona es para mí el lugar de los sueños cumplidos. Un lugar desconocido, cercano pero lejano, donde llegué casi por casualidad, y donde, de manera misteriosa e inexplicable Dios hizo su obra, mi obra predilecta.

Los caminos de Dios no son los nuestros. Entre tantas solicitudes diversas, atendí un llamado que conectó profundamente con aquél “Vull ser mestre” de niño, y con mi anhelo de transformar el mundo para Jesús.

La Sra Magdalena Mallol me pidió que le mandara alguna joven teresiana que quisiera estar con ella, que le enseñaría… Allí podrían estudiar y sacarse el título de maestras.

Envié jóvenes de la archicofradía para formarse como maestras, y así, atendiendo a las necesidades de que había detectado en la sociedad, conectando con mi vocación primera, catalizó en mí el carisma educativo teresiano, para ir mucho más allá de aquella primera semilla que sembró, sin saberlo, una maestra de Tarragona. La Compañía de Santa Tersa de Jesús se consagra con preferencia al apostolado de la enseñanza para procurar la regeneración del mundo por medio de la educación de la mujer según espíritu de Santa  Teresa de Jesús. (Constituciones 1)

La inspiración, la inquietud carismática, la llamada de Jesús a velar por sus intereses desde un lugar privilegiado y transformador, la educación, ya estaban trazadas en mi itinerario espiritual.

 El fin de la Compañía de Santa Teresa de Jesús es extender el reinado de su conocimiento y amor  por todo el mundo por medio del apostolado de la oración, enseñanza y sacrificio. Nada por consiguiente de lo que pueda promover los interese de Jesús en grande escala debe ser mirado con indiferencia  por las de la Compañía de santa Teresa de Jesús  (Constituciones 1)

Dialoga con Jesús:

¿Cuál es para mí, mi gran proyecto vital? ¿Cómo se gestó? ¿Qué personas han sido clave en él?

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6. Barcelona: Nunca me he hallado con más paz

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La ciudad iba extendiéndose lenta pero inapelablemente, según la cuadrícula de su plan milimétricamente diseñado. Mientras, a la par, desde aquellos primeros años de mi seminario, mi alma se iba ensanchando a su arbitrio, llevada en volandas por la ilusión de la ciencia, por las alegrías de las amistades juveniles y por la mella que iba dejando poco a poco en mí el encuentro diario con Jesús.

Barcelona era mi ciudad, allí donde mi vida se desarrollaba libremente, y donde podía ser yo mismo. Un lugar de apertura, de reposo, de visita familiar, de grandes proyectos, un lugar perfecto para que la Compañía también, creciera y se desarrollara.

Las calles ordenadas y la vida libre iban cuajando en mi espíritu, meticuloso pero arriesgado. Siempre soñé que Barcelona fuera el centro de la Compañía. Barcelona era el lugar del no juicio, de las ideas nuevas, de las fuerzas renovadas, la ciudad donde había pensado trasladarme junto con mi obra.

Saldrá con la suya Santa Teresa de Jesús, la mujer que todo lo puede, y que estoy en que ha de hacer servir su enojo. Yo nunca me he hallado con más paz y si se quiere santa indiferencia sobre este punto. Creo que querrá la Santa vengamos todos al obispado de Barcelona,­ que tanto aman ya y favorecen a las  hermanas y su obra, pues son ya famosas en palacio y entre  todos los buenos que las pro­tegen mucho, y más lo harán en lo suce­sivo.” (Carta 10 oct 1880)

Dialoga con Jesús:

¿Cuál es el lugar/persona/momento donde puedo ser yo misma/o, donde encuentro verdadera paz y libertad?

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7. Sancti Spiritu: Solo amando pude ser feliz.

Llegué a Sancti Spiritu un 3 de enero, tras pasar la Navidad visitando brevemente algunas comunidades. Estaba cansado, y tenía un fuerte sentimiento de reinicio, de final de trayecto. No conocía el lugar. Llegaba rechazado por los carmelitas del Desierto de las Palmas, y acompañado por su provincial, que quería ofrecerme un rincón apartado donde encontrar la paz perdida. Y así me sentía, con paz, sin inquietud, con la seguridad de que estaba en las manos de Dios. No estaba acostumbrado a las formas franciscanas, pero enseguida noté la acogida del monasterio, apartado y silencioso, de los frailes, de la noche. Era un sitio escondido, amable, austero, vacío de todo lo que no fuera Dios.

Sancti spiritu, lugar del final del camino, de la recapitulación, de la evaluación, del cierre. Lugar de volver la mirada atrás, de la retrospectiva, de sentir en el corazón todos los sueños, las luchas, las expectativas. Para la oración sobre el camino.

Los días transcurrieron con mucho silencio, con mucha paz en medio de la aceptación del dolor y del fracaso. Sentía por momentos una alegría intensa y contenida que sólo da el saber que has luchado por aquello que más puede hacerte conocer y amar, sin importar la propia vida, fama, éxito.

A la vez que miraba atrás con la seguridad de haber trabajado por los intereses de Jesús, el futuro se proyectaba incierto, pero finalmente lleno de paz y entrega del todo, para darme al Todo.

No lo sabía, pero en Sancti Spíritu se cerró el círculo de mi vida de oración y riesgo. Ya sin temores, solo la entrega total del propio ser. Pocos tienen el privilegio de contar con este tiempo de resumen y valoración de lo conseguido, de mirada retrospectiva y agradecida.

Así como el sol está creado para alumbrar y el fuego para calentar, así el corazón humano está creado para amar. Solo amando pude ser feliz. Es este amor nuestro peso, nuestro centro, y siempre tiende a él: no lo puede evitar. Dale riquezas, dale honores, dale gloria, dale deleites a tu corazón; si no le das amor, siempre gemirá y será infeliz, porque todas las cosas tienen su fin, y sólo alcanzando este fin, tienen paz y felicidad, y el fin de nuestro corazón es el amor: Amar y ser amado. (RT 292, enero 1897)

Dialoga con Jesús:

Al final de mis proyectos, de mis experiencias… ¿Qué es lo que queda?, ¿El amor? ¿Cómo releo los pasos de mi itinerario vital?

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